Los niños son aprendices del lenguaje por virtud de nacer y vivir en sociedad. Construyen el conocimiento lingüístico en la medida en que usan la lengua para interaccionar con las demás personas, los objetos en su ambiente y comprender lo que les rodea (Halliday, 1975).03
Las primeras manifestaciones del habla, tales como los balbuceó, forman parte del lenguaje oral. Ese balbuceo inicial es la respuesta del infante al adulto cuando intenta tener un encuentro de comunicación. Todo comienza cuando tiene a su lado a sus padres o alguna persona que se comunica con él. Es de suma importancia que por medio del lenguaje oral, el adulto: le habla, le canta y le explica el mundo que le rodea; es decir, le traduce el mundo físico en palabras. En esta etapa, se puede “entender y escuchar su voz,” aunque no tenga el código lingüístico del adulto. Según el niño crece, va adquiriendo más vocabulario y sus pensamientos, ideas y formas de expresión se vuelven más
complejas. En fin, el lenguaje oral revela el conocimiento de los niños sobre las funciones del lenguaje, sus competencias de interacción y lo que saben acerca del mundo que les rodea (Owoki & Goodman, 2002).
La mejor forma de enriquecer el mundo sonoro de la niñez es hablándole, cantándole y leyéndole. Estas tres formas de estímulo se complementan entre sí y cada una cumple una función especial en el desarrollo del lenguaje. Es una forma sencilla de darnos de cuenta si su niño lo está escuchando, Cuando
los padres le hablan a su bebé están preparándolo para explorar, verbalmente, el mundo que le rodea. El sonido de las palabras es muy importante, pues va a ser el estímulo para desarrollar la habilidad de hablar.
Desde el primer momento, los adultos les hablamos a nuestros recién nacidos porque estamos seguros de que nos comprenden, de que así nos comunicamos.
De acuerdo con Vigotsky (1978), el lenguaje oral juega un papel central en los procesos mentales y en la interiorización del proceso cultural. Éste revela el conocimiento de los niños sobre las funciones del lenguaje, sus competencias de interacción y lo que saben acerca del mundo que les rodea (Owoki &
Goodman, 2002).
La función del educador va más allá de educar el niño, es fomentar prácticas apropiadas para el desarrollo del lenguaje. Comenzamos cumpliendo con la responsabilidad de escuchar la voz de la niñez, y la niñez debe sentir nuestra voz. A través de sus conversaciones y acciones, los niños expanden y refinan su conocimiento lingüístico y conceptual. En la medida en que un educador los escucha hablar y les habla, puede entender sus pensamientos e intenciones.
La niñez aprende como resultado de la interacción social y transforma el lenguaje y las acciones de su experiencia social en herramientas para el pensamiento. La experiencia social de interacción con la educadora y con la literatura infantil le permitió incorporar una forma de expresar sus sentimientos
oralmente. Queda expuesto, pues, que las experiencias con el lenguaje oral por medio de la literatura infantil son un motor que impulsa el aprendizaje.
Consejos para un buen lenguaje en los niños
Por eso, te conviene repasar estos consejos sobre cómo estimular el lenguaje en los niños pequeños.
presentamos una serie de recomendaciones para estimular el lenguaje oral del bebé:
Aprovecha situaciones cotidianas para estimular el lenguaje: en las comidas, en el baño, en los juegos,
yendo a la guardería y a la escuela, en el parque… el tiempo para estimular el lenguaje nunca termina.
Ramos, A. (n.d.). Retrieved from http://alcanza.uprrp.edu/
Portación de: Precious Momento Child care